Es tiempo de luces y adornos navideños. Alargadores y cables por todos lados que se intentan camuflar tras el mobiliario, pero al moverlo descubres que hay humedades ¿Qué hacer? ¿enchufo los cables o no?
Por supuesto, la respuesta es NO. El agua y la humedad nunca fueron grandes amigos. La humedad puede deteriorar el sistema eléctrico al mojarlo, pudiendo generar cortocircuitos, electrocuciones, incendios u otras complejidades que destrocen por completo o parcialmente el sistema eléctrico de un edificio o vivienda.
Las humedades más comunes de este efecto, son la capilaridad y las filtraciones laterales, que se suceden porque el agua asciende por el suelo o penetra de un terreno lateral, ya que suelo o pared no tienen la impermeabilización adecuada.
¿Y qué sucede cuando una humedad crece y no se soluciona? Se incrementa el mal olor, las manchas, el frío de la estancia, el gasto excesivo de calefacción, y se fomentan enfermedades como la dermatitis, el reúma o la bronquiolitis. Poco a poco la distribución que sustenta el edificio o la casa, se deteriora, pudiendo provocar el desplazamiento parcial de las zapatas u otros soportes, y el consecuente agrietamiento y derrumbe de la estructura.
Si tienes enchufes cerca de una humedad, es mejor no usarlos para evitar situaciones incómodas, como las anteriormente descritas. Es primordial solventar el problema de raíz, separar el mobiliario de la pared y ventilar lo más posible la estancia, ya que el aire viciado suele provocar otros efectos de choque como la condensación.
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